PSICOLOGÍA Y
PEDAGOGÍA
JEAN PIAGET
Esto nos comenta Piaget en su libro:
"La verdad es que en nuestras sociedades la profesión de educador no ha alcanzado aún el status normal al que tiene derecho en la escala de valores intelectuales. Un abogado, incluso si no tiene un excepcional talento, debe su consideración a una disciplina respetada y respetable como es el derecho y cuyo
prestigio corresponde a cuadros universitarios bien definidos. Un médico, aun cuando no haya curado a nadie, representa una ciencia consagrada, difícil de adquirir. Un ingeniero representa, como el médico, una ciencia y una técnica. Un profesor de universidad representa la ciencia que enseña y que se esfuerza en hacer progresar. Por el contrario, al maestro dé escuela le falta un prestigio intelectual comparable, y eso a causa de una serie extraordinaria de circunstancias bastante inquietantes.
La causa general de esto es que el maestro de escuela no es considerado por los demás ni, lo que es peor, por sí mismo, como un especialista desde el doble punto de vista de las técnicas y de la creación científica, sino como el simple transmisor de un saber al alcance de todo el mundo. En otras palabras: se considera que un buen maestro enseña lo que se espera de él, ya que está en posesión de una cultura general elemental y de algunas recetas aprendidas que le permiten inculcarla en el espíritu de los alumnos.
Con este simple razonamiento se olvida que la enseñanza en todas sus formas implica tres problemas centrales cuya solución está lejos de ser conocida y sobre los que hay que preguntarse, además, cómo serán resueltos si no es con la colaboración de los maestros o, al menos, de una parte de ellos:
1. 1. ¿Cuál es el fin de esta enseñanza? ¿Acumular conocimientos útiles (y útiles ¿en qué sentido?)? ¿Aprender a aprender? ¿Aprender a innovar, a producir algo nuevo en cualquier campo, tanto como a saber? ¿Aprender a
controlar, a verificar o simplemente a repetir? Etc.
2. 2. Una vez escogidos estos fines (¿y por quién o con el consentimiento de quién?) hay que determinar después cuáles son las ramas (o sus particularidades) necesarias, indiferentes o contraindicadas, para alcanzarlos:
ramas de cultura, de razonamiento y, especialmente (lo que queda fuera de un gran número de programas), ramas de experimentación, formadoras de un espíritu de exploración y control activo.
3. 3. Cuando se han escogido estas ramas es necesario, finalmente, conocer las leyes de desarrollo mental para encontrar los métodos más adecuados al tipo de formación educativa deseada."
Bueno, hace décadas que Jean Piaget escribió esto y considero que hoy día, en Rep. Dominicana estamos inmersos en esta situación que se plantea. Cada vez mas se nos ha metido en la cabeza que los maestros somos simples transmisores de conocimientos de los que ni siquiera nosotros mismos tenemos el suficiente juicio critico para comprenderlos.
Claro, conozco instituciones que se preocupan por innovar y brindar a sus maestros herramientas pedagógicas que los dotan de un prestigio intelectual que los ayuda a siturse tan profesionalmente como otro profesional del medio social. Estas instituciones, a mi juicio, están complementando el desarrollo profesional que nuestras universidades no pueden lograr, siendo algunas incluso incapaces ofrecer la carrera de educación a esta nueva generación.
Les dejo para que reflexionen sobre el asunto y, creo, que podríamos estudiar a personas de nuestra actualidad, como el Dr. Angel Villariny, entre otros, para que podamos ver cómo una metodología de enseñanza puede resolver los tres problemas fundamentales que nos plantea Jean Piaget.
2 comentarios:
Gracias Elena por ese interesante articulo,lo promovere co mis amigos/as maestros/as.Abrazos Altagracia
En mi opinión el [poco] "Prestigio intelectual de los Maestros" es dado, no merecido, al punto que se ha forjado una cultura aparentemente mundial, que intenta desconocer el gran valor y la hermosa naturaleza de la humilde labor del maestro al enseñar.
Sin embargo, como la verdad, la labor del maestro verdadero es incuestionable y silenciosamente latente, porque se refleja sobre el futuro mismo de sus estudiantes, o sea, de sus niños.
Es por ello que me parece que el loor que realmente merece el Maestro como prestigio, aunque no quiera ser reconocido por omisión o por conveniencia, es un brillo y monumento que sencillamente no puede ser manchado.
Bien dijo un historiador de siglo antepasado que "Un Maestro [verdadero] afecta la Eternidad; El nunca puede decir justo dónde termina su influencia."
De igual forma el antiguo proverbio del Japón bien indica que "Mejor que mil días de estudio diligente es un día con un Gran Maestro".
Aunque se trate de opacar el valor real del Verdadero Maestro, en mi opinión, dicho valor estará siempre presente a través de la historia, como un elocuente reflejo de lo mejor de los logros de los seres humanos.
-- El maestro mediocre relata. El buen maestro explica. El maestro superior demuestra. El Gran Maestro inspira. - palabras de un educador.
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